covid y tratamientos de fertilidad FIV

Covid y fertilidad

Es bien sabido que la llegada del virus del Covid 19 en nuestro país ha sido fatal en muchos aspectos además del sanitario. Los gobiernos y otros organismos reguladores han ido decretando medidas de contención de forma progresiva y adaptada a la gravedad de cada momento. Estos cambios han sido siempre con la idea de salvaguardar, en la medida de lo posible, la seguridad de los ciudadanos.

Así, contra reloj, expertos científicos, gestores y comunicadores han tenido que ir de la mano para dar una respuesta lo más ágil posible a la ciudadanía sobre qué debían o no hacer y cómo hacerlo.

Y también es conocido que el virus del Covid (SARS-CoV-2 ) ha paralizado especialmente la hostelería, la restauración o el turismo entre otros muchos sectores, pero otros sectores, como la reproducción asistida, no han sido una excepción.

Las medidas adoptadas han tenido múltiples implicaciones para las parejas infértiles: desde las demoras en  los tratamientos urgentes, a la paralización de procesos en curso o el acceso desigual a la atención transfronteriza dentro de Europa.

Situación actual

Echando la vista atrás se ha podido analizar cómo un porcentaje alto de las parejas en procesos de reproducción han abandonados sus expectativas de ser padres. Esta decisión ha sido tomada sobretodo ante la incertidumbre laboral y económica del nuevo panorama dibujado por la pandemia.

Cierto es que la decisión de suspender todos los procedimientos médicos relacionados con los tratamiento de la infertilidad no se ha basado en la evidencia científica, ya que esta información ha sido inexistente. No obstante, la trayectoria del virus ha creado un desafío único en los sistemas de salud globales. Motivo por el cual la cancelación de los tratamientos de fertilidad estuvo justificada.

Por una parte por detener la potencial propagación del virus de padres a hijos, peor también evitar contribuir adicionalmente al estrés a los sistemas de salud.

Cuando se ha seguido con la FIV

Sin embargo, para las parejas que, a pesar de haber pasado el virus, han podido o han decidido seguir adelante con los procesos de fertilidad ha surgido la dificultad añadida del desconocimiento. El desconcierto sobre el impacto que el virus del Covid podría tener en los procesos de fertilidad. En un inicio las declaraciones emitidas desde la ESHRE (European Society of Human Reproduction and Embryology) del 19 de marzo hasta el 2 de abril de 2020.

Al inicio, ante el desconocimiento extremo sobre el alcance de la infección, se recomendó oficialmente evitar el embarazo y se acabó recomendando no comenzar los tratamientos de fertilidad. Finamente, tras múltiples revisiones, a partir del 23 de abril de 2020, la recomendación oficial desde el organismo fue la de reanudar todos los tratamientos de fertilidad, bajo la adopción de un marco trabajo específico para la situación.

Y es verdad que la situación no era banal ni sencilla por lo que las indicaciones, muy probablemente, respondieron a la complejidad de la situación. No sólo ha sido relevante estudiar las implicaciones fisiológicas de unos padres contagiados o de una embarazada con Covid, que no es poco importante de por sí. Es decir, conocer el alcance o la repercusión que el virus pudiera tener en: la calidad seminal, en la regularidad de los ciclos, en la calidad de los embriones en parejas con el virus, en la transmisión de éste al feto, etc…  Si no que, además, ha sido necesario adaptar todos los protocolos y guías de actuación tanto en clínica como en los laboratorios.

La parte más senzilla es que los laboratorios de FIV ya son zonas muy limpias, muy descontaminadas, con flujo de aire unidireccional, campanas y varias medidas de protección. No obstante, se han habilitado algunos reacondicionamientos de las áreas de las clínicas para la recuperación de ovocitos o de espermatozoides, la ventilación de las salas de espera y de visitas, los productos a utilizar, la capacitación del personal en protocolos específicos, etc. Un encaje de bolillos que ha llevado su tiempo…

Cómo afecta el virus COVID a la fertilidad y reproducción

Una vez que parece solucionada la logística de la práctica clínica, la investigación se ha centrado en analizar, sobre todo de forma observacional, el alcance de la infección por el virus del Covid a nivel reproductivo.

Aún hoy no se conoce a ciencia cierta el impacto del virus en las primeras etapas del desarrollo embrionario, es decir, desde la fertilización hasta la formación del blastocisto y desde la implantación hasta el primer trimestre. Poco a poco se va consiguiendo más información basada en la evidencia sobre los resultados sobre el embarazo en mujeres que han padecido el virus del Covid. Incluidos los abortos espontáneos y las tasas de nacidos vivos. Sin duda que esto será una herramienta muy útil para poder elaborar las directrices oficiales, pero actualmente no se dispone de esos datos.

Hasta la fecha, desde los boletines de noticias y declaraciones en la web de ESHRE (European Society of Human Reproduction and Embryology) se ha anunciado que existe una baja probabilidad de contaminación de gametos o embriones por el virus del Covid. Se cree que los pasos de lavado y los protocolos de cultivo y congelación parecen reducir la posible carga viral, aunque no la eliminen. La posible ausencia de receptores del virus del Covid en gametos (espermatozoides, ovocitos) y embriones apoyaría firmemente esta suposición.

Sin embargo, no es raro que los profesionales de la salud aconsejen a las parejas que pospongan el tratamiento de fertilidad cuando el hombre o la pareja femenina presenten síntomas o se hayan recuperado recientemente de cualquier gripe común. La razón es porque cualquier virus puede causar infertilidad, como en el caso del Zika, por ejemplo. Según la reciente experiencia mundial, el virus del Covid parece ser mucho más agresivo en términos de enfermedad grave, morbilidad y mortalidad en comparación con las gripes comunes.

Virus y fertilidad

A nivel celular, los virus comunes de la influenza (gripe) son capaces de aumentar la carga oxidativa del esperma. Esta oxidación aumenta cierta infertilidad masculina a través de la reducción de la motilidad progresiva en los espermatozoides y de un aumento de la fragmentación del ADN espermático. Por lo que no parece descabellado suponer que el virus del Covid también podría tener estos mismos efectos sobre el potencial reproductivo. En la misma línea, el virus del Covid podría afectar al rendimiento de los ovocitos femeninos a través de mecanismos que aumentan igualmente el estrés oxidativo.

Receptores ECA2 y COVID

Por otro lado, teniendo en cuenta que el virus del Covid actúa a través del receptor de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA2) no se puede excluir un posible efecto directo de este virus sobre folículos/ovocitos y espermatozoides. Estos receptores ECA2 se han observado recientemente en células humanas de Leydig. Estas células se encuentran en los testículos, lo que implica un posible efecto directo del virus sobre el sistema reproductivo masculino.

Un estudio reciente ha demostrado que la ECA testicular parece ser crucial para las primeras etapas del desarrollo embrionario. El motivo es que se ha encontrado que desempeña un papel significativo en la función de los espermatozoides. En lo que respecta al ovocito, la ECA está presente en los folículos preovulatorios, al menos en los estudios realizados en ratas. Se ha informado de que los receptores ECA2 se expresan también en los ovarios. Con todo no se puede descartar un posible impacto negativo del virus a través de una interacción entre el ovocito y las células del cuerpo.

Y por lo que se refiere al embrión, diferentes estudios han comprobado que las células germinales humanas y los embriones primitivos expresan altos niveles de ECA2 y recientemente se ha descubierto que estos niveles se ven reforzados por la infección por el virus del Covid.

A pesar de estos datos, más teóricos que empíricos, dos estudios de campo recientes indican que no han encontrado evidencias de que el virus del Covid llegue a estar presente en el semen de los pacientes que se habían recuperado recientemente de la infección.  Así que, tomando estos hechos en conjunto, teóricamente puede ser cierto que haya un efecto directo del virus del Covid sobre los espermatozoides o folículos/ovocitos. Igualmente se necesita más tiempo y más experimentos celulares y estudios de campo para demostrarlo.

Estudio específico COVID y reproducción asistida: tres meses de seguridad

De entre la poca evidencia científica en la que poderse referenciar, van saliendo a la luz estudios específicos sobre fertilidad y Covid. En este sentido, un estudio observacional israelita concluyó, a principios del 2021, que lo idóneo sería esperar una media de tres meses desde la infección antes de iniciar un tratamiento de fertilidad.

Todas las parejas del estudio se sometieron a estimulación ovárica para un proceso de FIV. Tanto antes como después de recuperarse de la infección por Covid, alcanzaron la etapa de recogida de óvulos correctamente. Se evaluaron las características de estimulación y las variables embriológicas de las parejas que se sometieron a tratamientos de FIV después de recuperarse de la infección por Covid. Se compararon con sus ciclos de FIV antes de la infección sin aportar diferencias sustanciales, excepto por una proporción significativamente menor de embriones de alta calidad.

La infección por Covid no pareció afectar al rendimiento de las pacientes ni a la reserva ovárica en su ciclo de FIV inmediatamente posterior, excepto por una proporción reducida de embriones de alta calidad. Por este motivo, el estudio acaba sugiriendo posponer el tratamiento de FIV durante al menos 3 meses después de recuperarse de la infección por Covid, que es el tiempo que dura la producción de nuevos folículos y espermatozoides, con el objetivo de reclutar gametos sanos que no estuvieron expuestos a la infección por Covid  durante su desarrollo.

A día de hoy, estas serían las recomendaciones más actualizadas. Tres meses no es tanto tiempo y, en cualquier caso, las parejas pueden optar por dedicar tres meses a cuidarse especialmente y prepararse para su próximo tratamiento.

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Referencias: