¿Es normal tener dolores menstruales?

Por desgracia, a veces lo habitual se convierte en normal por extensión pero los dolores menstruales incapacitantes no son para nada algo natural o normal en la fisiología de la mujer. 

La dismenorrea, que el nombre técnico con el que se denomina el dolor menstrual,  afecta entre un 50 y un 75% de la población en diferentes países. Por ejemplo, según un estudio de la comunidad de Madrid el 61.9% de las mujeres tenían dolor en sus menstruaciones, de las cuales el 78.4% tenía dolor en 3 o más menstruaciones y el 15% en todas. 

Pero si echáramos la vista atrás, a nuestros orígenes como homínidos, ¿qué sería de una mujer que quedara incapacitada durante dos o tres días para recolectar comida para su prole, protegerla y cuidarla? No parece demasiado natural que esto pudiera llegar a ocurrir. Hoy no nos persigue ningún león y nuestra vida no corre peligro pero, igualmente, tener que parar dos o tres días al mes por culpa de los dolores menstruales o tener que medicarse mensualmente con antiinflamatorios durante toda la vida fértil no parece tampoco algo muy natural. A día de hoy, no existe patología por falta de ibuprofeno… Así que, algo está pasando.

Veamos a qué se pueden deber y qué pueden significar los dolores menstruales. Para ello hay que entender qué es la menstruación. 

Durante el ciclo menstrual, la mujer produce ciertas hormonas que hacen crecer la capa más interna del útero, el endometrio. Según avanza el ciclo menstrual el tejido endometrial, sentible a las hormonas, va creciendo a modo de tejido algodonoso y lubricado. De esta manera, en caso de que hubiera un embarazo, el endometrio sería la zona en la que el embrión quedaría implantado.  Si no fuera el caso, porque no hay ningún óvulo fecundado en ese ciclo de la mujer, el endometrio ya no tendría más sentido y, ante otra llamada hormonal, acabaría descamándose y siendo eliminado como flujo menstrual.  

Una herida cada mes

Esta descamación, si bien es un es un proceso fisiológico natural para las mujeres, implica un cierto grado de agresión: se segregan ciertas sustancias que tienden a generar inflamación en el tejido, a crear un edema y finalmente facilitar la erosión y descamación del endometrio. Es como si dijéramos, una pequeña herida que ha de sufrir la mujer cada mes, en caso de no quedar embarazada. Pero es una herida fisiológica para la que el cuerpo de la mujer está preparado. De hecho, el endometrio es tan importante y tan sensible que se renueva cada mes para que sea de la mejor calidad en caso de que llegue un óvulo fecundado. Sin endometrio no hay fertilidad posible. 

Es cierto que esta herida mensual y natural del endometrio puede suponer ciertas molestias a algunas mujeres. Tampoco hay que preocuparse en exceso por estar más sensible o incluso tener algo de dolor durante unas horas. Se trata de una herida y puede doler, es normal. Pero nunca debería ser un dolor más allá de unas horas o un dolor incapacitante o un dolor que exija medicarse durante tres o cuatro días al mes durante toda la vida fértil. 

¿Dolor también durante la ovulación?

Durante la ovulación se da un proceso relativamente similar y por eso también se pueden notar igualmente ciertos síntomas de dolor durante la ovulación. En este proceso de ovulación se vuelve a producir una pequeña herida, una herida natural y fisiológica que, en cualquiera de los casos, puede generar alguna molestia pero no debería llegar a incapacitar a la mujer. En el caso de la ovulación, determinadas hormonas vuelven producir un pico de las sustancias inflamatorias para generar un edema y una rotura de tejido. En esta ocasión es el propio folículo ovárico el que tiene que romperse para dejar salir el óvulo más maduro de su interior. 

Mes a mes, ciclo a ciclo, si una mujer va acumulando muchas reglas con dolor, lo que está diciéndonos es que son muchas las heridas que no acabamos de curar bien. Y esto puede  predisponer para las siguientes inflamaciones que están por venir. Además, los tejidos, sometidos a inflamaciones durante más tiempo de lo normal, pueden llegar a degenerarse, generar fibrosis y empeorar el cuadro. En estos casos, al dolor inflamatorio del que venimos hablando se le añadiría el dolor espástico producido por la falta de oxígeno en estos tejidos dañados, unos tejidos que van acumulando muchas cicatrices mal resueltas a sus espaldas. 

¿Y qué podemos hacer?

Así que, de ahora en adelante pensaremos en los dolores menstruales como el resultado de una herida. Así nos será más fácil entender cómo ayudar a que se cure lo antes posible. Hemos dicho que es una herida causada por una inflamación y que va a acabar por desprender el endometrio, un tejido sensible al ciclo hormonal de la mujer. 

  • Por un lado, es fácil establecer la relación de que dependiendo del tamaño del endometrio, nuestra herida será más o menos grande. Así que, dependiendo del nivel de hormonas que genere la mujer, la herida será más o menos grande. 

Aquí se abre toda una línea de tratamiento: desde cuidar la dieta -evitando harinas, azúcares, alcohol y medicamentos- para no dar demasiado trabajo al hígado, que es el que se encarga de regular el nivel de hormonas sexuales y su actividad a evitar a evitar fitoestrógenos como la soja o los llamados disruptores endocrinos, unas sustancias ajenas al cuerpo pero que una vez dentro de nosotros, se comportan como si fueran hormonas sexuales desajustando nuestros niveles normales. Los disruptores endocrinos los encontramos en plásticos (ftalatos) de los tuppers alentados al microondas, botellas de plástico reutilizadas, teflón de las sartenes, determinados productos cosméticos y maquillajes…

  • Por otro lado, nuestro cuerpo tiene herramientas para modular y lidiar con la inflamación y debemos asegurarnos de que están en plena forma. 

El omega 3, la vitamina D y la vitamina A son los tres grandes moduladores de la respuesta inflamatoria en el cuerpo. Y moduladores no significa inhibidores de la inflamación, como son los medicamentos antiinflamatorios. Estas sustancias modulan para que la inflamación, que es necesaria en según qué momentos, sea la justa y se desarrolle en el tiempo oportuno. 

De entre los conocidos omegas 3 hay varios tipos. Los más populares son el omega 3 EPA, el omega 3 DPA y el omega DHA. De entre estos, para la dismenorrea están especialmente recomendados los dos primeros. Y el omega 3 EPA es el más fácil de encontrar. Las dosis moduladoras de la inflamación van desde 1g a 3gr al día.

El conocido aceite de onagra, a pesar de ser un omega 6 y no un omega 3, parece tener también efectos moduladores sobre la inflamación y sobre la regulación del ciclo de la mujer, por lo que podría ser igualmente recomendable en estos casos. Siempre, eso sí, en menor dosis que el omega 3.

Se trata en ambos casos de suplementaciones a medio largo plazo, debes comenzar todas las recomendaciones al tiempo y tener paciencia. En el segundo ciclo podrás notar diferencias.

  • Y  por último, habrá que intentar minimizar todo lo posible la existencia de un ambiente inflamatorio de base que acabe exacerbando los procesos inflamatorios mensuales que se dan en la mujer. Si estoy inflamada de base, es fácil que la reacción inflamatoria por la menstruación sea aún mayor. Es decir, no debe haber frentes inflamatorios abiertos, aunque sean leves. Hay que ir resolviendo encías que sangran, grandes abones tras picaduras de mosquitos, inflamación después de comer, diarrea o estreñimiento habituales… Para esto, seguir una dieta no inflamatoria sería una buena recomendación.
  • El estrés es un gran amigo de la inflamación. Ante un estrés, real o imaginario, el cuerpo responde inflamándose. Ante una situación de estrés el cuerpo está preparado para luchar o huir… o hacer deporte, que es lo más fácil hoy en día en nuestro entorno. Pero, más allá de esto, ante el estrés, el cuerpo se inflama. 

De entre los tratamientos para la dismenorrea más eficientes, según un estudio realizado en China, está el reposo. ¿Sorprendida? Pues así es. Seguramente si el estudio se hubiera desarrollado en occidente en vez de en oriente ésta no hubiera sido ni siquiera una variable del estudio. Tenlo en cuenta. Baja un poco el ritmo y da tiempo a tu cuerpo para recuperarse de su herida. Si acabas siguiendo el resto de recomendaciones no necesitarás un parón sino sólo bajar el ritmo.

  • Por último, si al dolor inflamatorio se le ha añadido el dolor espástico, como de pequeñas contracciones uterinas, se debe a la falta de llegada de oxígeno a determinados tejidos. En estos últimos casos funcionan muy bien los suplementos de magnesio o NADH, que relajan la musculatura.